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NOCHE DE ASTRONOMÍA EN NAVAS DEL MADROÑO



Más de 20 años después de nuestra última visita a Navas del Madroño, la asociación volvía  nuevamente a hacer una sesión de observación astronómica en esta localidad a 40 km de Cáceres. Esta vez llegábamos con algo menos de pelo, un poco más de tripita, bastante más experiencia y equipos más modernos. A la entrada del pueblo  nos esperaba Miguel Ángel Macías, concejal de juventud y la persona que se interesó por nuestras actividades divulgativas, para llevarnos al lugar en el que íbamos a realizar la observación, el ejido de abajo.

El sitio, ubicado al norte del núcleo urbano, ofrecía de entrada buenas condiciones para instalar los telescopios: algo elevado, libre de obstáculos que impidieran la observación de cualquier parte del cielo y con algunas cagarrutas de ovejas y bostas de los equinos que pastaban libres por la finca; lo que es el campo de verdad, vaya. Nada más llegar nos vino a recibir el comité de bienvenida caballar. Un grupo de caballos y asnos se nos acercaron con enorme curiosidad y excesiva confianza, al menos con Luis Miguel. Comprobado que no les traíamos comida y a la vista del numeroso grupo de humanos que venía hacia nosotros, se alejaron y no los no volvimos a ver en toda la noche.


Montamos los telescopios ante la atenta mirada de las personas que acababan de llegar. Aún no se había puesto el sol, así que no teníamos la urgencia de otras ocasiones por dejar los equipos a punto cuanto antes. Una vez equilibrados y orientados al norte con brújula (la estrella polar iba a tardar un rato aún en aparecer), aprovechamos para dar unas indicaciones básicas de cómo mirar por el telescopio y, sobre todo, qué no debían hacer cuando empezáramos la sesión (agarrarse al ocular, darle patadas al trípode, apremiar al de delante para que acabe, encender linternas; esas cosillas que la experiencia te dice que suelen ocurrir casi siempre).

Tras las instrucciones, y como la claridad se resistía a marcharse, continuamos con algunas explicaciones sobre las cosas que íbamos a poder ver y respondiendo a las  no pocas preguntas que surgieron durante la charla. Por primera vez tuvimos la oportunidad de enseñar al público de una salida el fenómeno crepuscular conocido como cinturón de Venus.

Con la aparición de las primeras estrellas: Vega, Deneb, Altair y Arcturo, comenzamos la observación del cielo a simple vista: el asterismo del triángulo de verano y la ubicación de Saturno, que fue el primer objetivo de los 2
telescopios (el 9,1/4” de Luis Miguel y mi 6”). Mientras el personal disfrutaba de la visión del planeta más espectacular del sistema solar, continuamos descubriendo el firmamento que teníamos sobre nuestras cabezas puntero láser en mano. La noche es oscura y alberga horrores, es la frase de los adoradores de R’hllor en la saga de Juego de Tronos, en nuestro caso podíamos decir que la noche era clara y albergaba farolas de globo. Una hilera de este tipo de luminarias -a unos 500 metros de distancia- se encendió para ponernos un poco difícil la observación, aunque no pudieron con nosotros.
De Saturno, en el que paramos un buen rato, llegó el turno de Mizar y Alcor, M57, Albireó, beta Lyrae, M13, M81,… ; como ocurre en este tipo de eventos, los más menudos y sus padres se marcharon relativamente temprano y, a medida que transcurría la noche, iban quedando menos personas. La totalidad de los que aún aguantaban esperaban con impaciencia creciente a que saliera la luna para poder verla con el telescopio (los más tenaces suelen ser los más espabilados), que se resistía a salir por detrás de una pequeña loma. Una vez rayando el horizonte, apuntamos
al satélite para calmar la impaciencia del grupo y ahí dejamos los telescopios hasta que los últimos se dieron por satisfechos y se despidieron de nosotros. La una de la madrugada, tocaba recoger los equipos y desandar el camino para casa. Misión cumplida.


Esperamos haber dejado un grato recuerdo en los amigos de Navas que nos acompañaron en la salida de observación. Personalmente, me sorprendió agradablemente la curiosidad de la gente y las ganas de saber de todo. No es habitual que te hagan tantas preguntas, tanto mayores como pequeños, en este tipo de actividades.